lunes, 6 de julio de 2009

Ustedas


FEMINISMO

Ya se puede asegurar que gracias al feminismo se está difundiendo un secreto miedo a la mujer. Lo cual desde algún ángulo sería bastante antiguo; según lo atestiguaba la iracunda Sisebuta en célebres tiras cómicas.

Al examinar ahora el problema, habrá que empezar por definir qué es el feminismo, más allá de las disquisiciones sociológicas. Simplemente bastaría atender al significado de la palabra, cuyo sentido lato refleja un ideal o impulso en pro de la mujer.

Pero en estricta verdad se ha creado alrededor de la idea, un movimiento curiosísimo que por encima de toda reivindicación está descubriendo la voluntad de cambiar a la mujer en una caricatura del hombre. O tal vez con ímpetu más extremista —aunque parezca un despropósito e irrealizable— ya se perfila un feminismo que amenaza exterminar a la mujer; y al hombre.

Sería esto el lógico remate de torcer la natural y diversa índole del sexo femenino. En contradicción del orden esencial instituido por la sabiduría divina; como lo recuerda Pío XI en “Casti Connubi”.

Se trata como se está palpando, de un proceso que tal vez comienza con la inocente moda “unisex”, seguida de la menos inocua copia de ademanes, palabras y gestos varoniles (paralela a la proliferación de aritos, perlas, collares y pulseras en el antiguo “sexo opuesto”). Para continuar con prácticas deportivas estrictamente masculinas, como el boxeo, el fútbol o el rugby; hasta escalar otras actividades absolutamente viriles, cual la instrucción militar extendida a todas las armas y ejercicios mortíferos.

Todo ello sin considerar la perversión incentivada con los ingredientes modernamente proporcionados por todos los medios.

CONTRANATURA

Vale decir que a la mujer —por excelencia amable custodia de la vida— se la está adiestrando para sembrar el terror y la muerte. De hecho, ya no tan recientes noticias mostraron a soldadas norteamericanas en Irak, como hábiles ejecutoras de torturas genitales.

Ello lleva entonces a preguntar cuál puede ser la intención última de una ideología tan arraigada en las instituciones del mundo. De presencia internacional tan profusa —acusando al “machismo”— que en la práctica ya lidera los derechos humanos. Pero con potestad de rectificarlos, creándose por ejemplo un tercero o cuarto sexo, intocables. Y para culminar consagrando la más alta conquista humanitaria: que por encima del derecho a la vida humana, está el derecho a dar muerte a los vástagos humanos.

Por tal camino puede decirse que estamos transitando una faz terminal de la Contracreación, rumbo al exterminio de la odiada naturaleza. Mientras parejamente se generan ritos ecológicos y se impone el Decálogo de la Tierra, con la prédica del cruel viejo líder soviético seguido de sus acólitos apóstatas.

Todo evidencia una colosal conspiración contra la vida, con el designio de cambiar la realidad creada. Por el momento acaso su poder se venga perfilando en algunas clonaciones, sin otro sentido aparente que crear desde la casi-nada. También dando un paso más hacia el “Mundo Feliz” de Huxley. Cuando abunden los chicos artificiales y la lascivia, en tanto el pudor femenino se sonroje al oír la palabra madre.

USTEDAS

Todo esto y otras razones largas de enumerar, explicarían un sano temor al “Feminismo”. Pero al mismo tiempo las circunstancias están señalando el despertar de otra amenaza tan visible como absurda. La cual ya se manifiesta, por ejemplo, en sugestivos cambios del lenguaje.

Ahora, como obedeciendo a una orden terminante, no se comprenden genéricamente los dos sexos en una sola palabra. De manera que, ya en plena ridiculez, se debe decir o escribir con cuidado: señores/ras; socios/as; hermanos/ as; amigos/as; niños/as, etc. etc., para eludir la ira del INADI contra las odiosas discriminaciones machistas violatorias del Decreto 1086/05. Sin contar que se estaría gestando una importante reparación simbólica, seguramente grata a los progresistas. La creación del pronombre Ustedas.

Juan Esteban Olmedo

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